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lunes, 21 de abril de 2014

La extraña vida nocturna de los animales

Los flamencos duermen en el agua y sobre una pata, con un ojo abierto por si las moscas. Los delfines dejan medio cerebro despierto para saber cuándo tienen que subir a la superficie a buscar el aire. Las jirafas se despiertan cada dos horas y otean el horizonte por si acechan los depredadores. Los murciélagos descansan colgados boca abajo durante 20 largas horas: son los grandes dormilones del reino animal.

Los leones se pasan el día sesteando como los gatos, haciendo tiempo entre presa y presa. A los chimpancés les basta con seis u ocho horas diarias, como nosotros. Y los gorilas se distinguen finalmente porque tienen una necesidad imperiosa de preparar la cama antes de tumbarse a dormir con sus crías.

El documental de la BBC Animals at night: sleepover at the zoo ha explorado como nunca antes los hábitos nocturnos de unas cincuenta especies. La mayoría de las imágenes se han obtenido en cautiverio, con la ayuda de 32 cámaras de visión nocturna y 20 sensores de infrarrojos instalados en el zoológico de Bristol, que ha colaborado en el mayor experimento realizado hasta la fecha en el mundo animal (en el que también han participado con resultados sorprendentes los pulpos y las sepias).

«Hasta ahora se pensaba que los humanos necesitaban dormir más que otros animales porque somos especies más evolucionadas», asegura la naturalista Liz Bonnin. «Pero está cada vez más claro que el mayor determinante de las pautas del sueño es el medio natural. Una jirafa no necesita despertarse cada dos horas por razones cognitivas, sino por pura supervivencia. Necesita asegurarse de que no hay depredadores que pueden cazarla mientras duerme».

Aún en cautiverio, lejos de la amenaza permanente de la sabana, tanto las jirafas como los elefantes duermen rara vez más de tres horas seguidas. En contraste, los leones se pasan todo el día echando cabezaditas, sea de día o de noche. Los koalas, en cualquier caso, figuran entre los más remolones, con 14 horas diarias, superando con creces las nueve o diez que necesitan los osos perezosos.

«Una de las observaciones más curiosas en el zoo de Bristol ha sido quizás la de los gorilas», apunta Bryson Voirin, especialista en el sueño de los animales. «Noche tras noche, asistimos al ritual de la preparación de la cama por parte de mamá gorila, que puede estar diez minutos asegurándose de que la superficie es suficientemente cómoda para que ella y su cría puedan descansar plácidamente durante ocho horas».

El Mundo


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