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martes, 13 de mayo de 2014

Mandan cada vez más animales a la guerra y crece la polémica

La vida militar tiene sus propias reglas y rutinas bien exigentes. Lo sabe todo aquel que pasa por sus filas. Y también los perros, delfines, mulas, camellos, elefantes, palomas y hasta insectos que están siendo entrenados o modificados genéticamente para entrar en batalla. Casi todos los ejércitos del mundo echan mano a ejemplares del reino animal para que cumplan con sus misiones. La posible guerra de delfines en Crimea –entre las unidades de mamíferos marinos militarizados de los Estados Unidos frente a los rusos– actualizó el debate acerca del uso de animales en conflictos bélicos.

“Uno de los primeros en utilizar animales en forma estratégica para la guerra fue Aníbal, que cruzó los Alpes sobre grandes elefantes con colmillos. El objetivo fue amedrentar por el tamaño y la ferocidad. Claro que después quedaron lentos y dejaron de ser útiles”, explica a Clarín Franciso Baleirón, coronel (R) del Ejército Argentino.

Fue sólo el inicio. Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial los ejércitos exprimieron su creatividad –también su maldad, dirían muchos– para pensar posibles usos de animales en la guerra.

Entre los más polémicos se puede ubicar a los perros antitanques (o perros bombas), utilizados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra. “A esos perros se les daba de comer siempre debajo de un tanque. Después los llevaban al frente y no se les daba comida por 20 días. Ni bien aparecía un tanque enemigo, se los soltaba, cargados con explosivos. Por efecto Pavlov, los perros iban debajo del tanque. Ahí los detonaban a distancia”, cuenta Baleirón.

“El uso de animales en la guerra no sólo es cruel sino cobarde, ya que los animales no tienen oportunidad de negarse y en el caso de los perros aman tanto a los humanos que dan su vida por nosotros”, afirma Martha Gutiérrez, presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal.

Carlos Fernández Balboa, de la Fundación Vida Silvestre, pone el foco en las especies silvestres a los que se extrae de la naturaleza. “Hay que proteger especialmente a éstos últimos, aunque debo aclarar que estamos en contra de toda guerra”, dice Fernández Balboa.

Clarín.com



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